miércoles, 16 de noviembre de 2016

QUE HAGO AHORA.

¿Qué hago ahora?
Hace poco escuché a una mujer anciana decir con tristeza: “Mi vida de oración no se acerca si siquiera a lo que me gustaría que fuera.” No se trataba de falsa humildad. Era el lamento de quien ansía conocer más y más a Jesús.
El Apóstol Pablo también era ya muy mayor cuando dijo, con una pasión similar: “Quiero conocer a Cristo.” Él nos recuerda al atleta que se esfuerza por llegar a la meta final y continúa diciendo: “Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando a la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús“ (Filipenses 3:10, 13–14).
T. Austin-Sparks, reflexionando sobre la inmensidad de Cristo, dijo: “El efecto de la obra del Espíritu Santo sobre nosotros es el de llevarnos a la orilla de un inmenso océano que alcanza mucho más allá de lo que podemos llegar a divisar; y en cuanto a los sentimientos: ¡qué profundidad y plenitud, la de Cristo! Si llegamos a vivir tanto como el hombre que más haya vivido, todavía seguiremos en la orilla de esta vasta inmensidad que es Cristo”
¡Conocer a Cristo es una búsqueda de toda una vida!
Versículo Clave
"¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos!"
Romanos 11:33



Marcos.16.15. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Marcos.16.16. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

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Las santas escrituras, contenidas en la biblia, palabra de Dios todopoderoso ha establecido en el libro de juan 3:16 lo siguiente que textualmente refiere: Porque de tal manera amò Dios al mundo que ha dado a su hijo unigènito para que todo aquel que en èl cree no se pierda mas tenga vida eterna.